Es curioso, releo las conferencias que impartí hace 30 años y me voy redescubriendo en mis propias palabras. Ahí veo lo que pensaba, esté o no hoy en día de acuerdo con aquellas ideas. Ahí está lo que pensaba, y eso me permite entender cuán diferente era aquel momento y cómo me he ido adaptando a los profundos cambios sociales que se han ido dando.
Arte, sida y censura es un texto que presenté el 15 de abril de 1993, en el contexto de 100 Artistas contra el Sida, evento que organizó en varias ocasiones Juan Rumoroso. En esa ocasión, si mal no recuerdo, fue en el Centro Cultural San Ángel. Como aquella pandemia afectó a tantas personas de la comunidad artística, participábamos con mucho compromiso, tratando de visibilizar el tema, de romper los prejuicios imperantes y de hacer algo por los fallecidos.
Arte, SIDA y censura
por Mónica Mayer
Cuando me invitó Juan Rumoroso a participar en el evento 100 ARTISTAS CONTRA EL SIDA me interesó por diversas razones. Como artista acepté entrarle donando el 100% de la obra, cosa que como muchos otros colegas ya casi no hago, porque desde un principio he notado una gran seriedad en los organizadores y su entusiasmo ha logrado contagiarme. El simple hecho de participar con ellos es como firmar un desplegado demandando que el gobierno y la sociedad se preocupe más por resolver la difícil situación de aquellas personas VIH positivas o con Sida y de sus familias. Si se vende toda la obra me dará mucho gusto porque se cumplirá el objetivo inmediato, pero también considero muy importante que se aproveche al máximo la oportunidad de llamar la atención sobre este tema, lo cual ya se está viendo en su amplia cobertura en prensa, radio y algunos canales de televisión que hemos visto.
Así mismo me interesó porque en la propuesta de Rumoroso de reunir diversos sectores del gremio cultural¥ de la sociedad en torno a un problema, veo una nueva forma de activismo cultural aquí en México, que quizá dé mejor resultado que las que se han dado hasta el momento en torno al Sida y que esté más de acuerdo con la situación actual. Siempre estamos viendo eventos sin objetivos claros o con resultados mínimos y toda clase de grillas absurdas y creo que de plano hace mucha falta aprender unos de los otros y lograr propuestas efectivas si realmente pretendemos solucionar algo.
Pero Juan también me invitó a participar en esta mesa y realmente me ha costado mucho trabajo desenmarañar las emociones que tengo en torno a este problemota. Entre el susto que me causa la enfermedad y el terror que me producen la ola de imbecilidades y mitos que oigo constantemente respecto al tema y peor aún, la crueldad de tantas personas ante los enfermos, tendría suficiente para una hora. Pero creo que lo importante es tratar de entender la relación de todo este fenómeno social con el arte y proponer algo específico.
Primero que nada está el dolor por todos los amigos y colegas que han muerto en esta terrible pandemia y por los que van para allá. Son pérdidas insustituibles y nos hemos visto demasiado lentos en brindarles apoyo. Por un lado nuestra desorganización gremial causa que no solo ante padecimientos como el Sida, sino ante cualquier enfermedad, los artistas no contamos con servicios médicos, como tampoco tenemos ningún apoyo en la vejez, guarderías, etc. Está bueno que uno sepa que los cuates artistas siempre vendrán en nuestro auxilio en caso de necesidad firmando desplegados y donando obra, pero ¿no será posible algo más formal? A lo mejor ahora que Rumoroso ya le sabe bien al asunto de las organizaciones que apoyan enfermos de Sida, puede encontrar alguna que le abra un huequito especial a los artistas y el año que entra le entramos de nuevo con muchas ganas para apoyarlo.
Por otro lado, es indispensable que nos ocupemos de la obra de los colegas que han muerto de Sida como lo ha propuesto José Manuel Springer con la idea de un archivo en el que se documente la producción de los artistas que mueren prematuramente por esta enfermedad. Lo menos que podemos hacer por nuestros colegas es impedir que además de morirse de a de veras, mueran nuevamente en la dispersión y pérdida de su obra. Si bien es más complicado lograr una organización gremial que apoye a los artistas enfermos, no lo es así el documentar su obra y bien podría hacerlo una institución como el CENIDIAP.
Otro aspecto de la relación del Sida y el arte que creo que hay que subrayar es que a ambos nos está revolcando la ola conservadora y su asquerosa censura. Es muy grave que se impida el flujo de información necesaria para tratar de combatir éste problema de salud, tratando de confundirlo con uno de moral. EI sida puede prevenirse por medio de campañas efectivas de información y es absolutamente criminal que por razones pseudo-moralistas ésta se le niegue al público.
Es igual de grave que no pasa un mes sin que nos enteremos de algún incidente en el que se trate de impedir que algún artista presente su obra por razones tan absurdas como la representación de una figura desnuda. Al rato o vamos a estar muertos o hasta para pintar florecitas vamos a tener que pedir permiso. Pero lo peor del caso es que la mayoría de los artistas se quedan callados ante la censura, como también lo hace la sociedad ante la falta de información sobre el Sida.
Yo atribuyo esto a que, así como la generación de la Ruptura reaccionó a la posición política de la Escuela Mexicana volviéndose individualistas, los artistas más jóvenes huyen del idealismo y la propuesta de trabajo colectivo y comprometido de los de los setentas. Quizá tengan razón en rechazar formas de trabajo que hoy en día no parecen tener mucho sentido pues el momento es diferente. Hoy es mucho más difícil encontrar al enemigo, como lo es tratar de aislarse en grupúsculos. Quizá por la influencia de la ecología vamos entendido que vivimos en un sistema complejo y que la biodiversidad no solo es inevitable sino sabrosa (aunque incluya a los providos). Sin embargo es un alivio ver que hay jóvenes comprometidos con la sociedad y buscando formas adecuadas para obtener resultados.
Por último, me da mucho gusto que este evento lo haya organizado un artista joven, insistiendo en la necesidad de nuestra participación en problemas sociales. Si bien la idea de que los artistas utilicemos nuestra presencia pública en causas sociales y políticas tiene una larga tradición en México, muchas veces me he quejado de que a los artistas jóvenes ya nada más les interesa colocarse en una galería y no hacer olas.
15 de abril de1993 Centro Cultural San Ángel
Mónica Mayer, marzo 2025